LIBREDIARIO@DIGITAL / EDDC.NET / Santa Cruz de Tenerife
Las asociaciones de vecinos ‘rebeldes’ del distrito Suroeste, AAVV el Humilladero y AAVV la Unión de la Gallega denuncian que, “desde hace casi un año hemos pedido al Ayuntamiento y área correspondiente el arreglo de las dependencias o sede social que por otro lado no deja de ser un cuchitril en malas condiciones ofrecido y en su día otorgado al uso de la AAVV el Humilladero y que en la actualidad comparte con otras AAVV para darle funcionalidad y participación en su aislado y deficiente enclave”.
Aseguran que “dicha instalación social adolece de fallos de construcción en su tejado por donde entra la tierra y el polvo por mal cierre de sus claraboyas y ventilaciones o falta de sombreretes o techado de patio central y puertas de corredera a la intemperie entre otras deficiencias reclamadas en su día. Pero más grave aún es la falta de luminaria mínima exterior para el acceso o tránsito a dichas instalaciones y que cuando se hace de noche no se ve nada en absoluto con el consiguiente problema de visibilidad o de inseguridad, ya que la zona es muy aislada e insegura para ofrecer actividades a mayores y niños”.
Afirma que, “de toda ésta incidencia y demandas tiene cumplido conocimiento tanto la responsable de la Oficina de Distrito que se hace eco pero ahí queda por el olvido de los tiempos el recado como de costumbre, así como el principal responsable de dichas reparaciones e inversiones, el concejal Dámaso Arteaga, un experto en la evasiva y el camuflaje, ya que inicialmente nos dice que le hagamos llegar la reclama para luego desaparecer sin dejar rastro y así con todo lo que le hemos pedido”.
Señalan con un nada disimulado enfado que, “como de costumbre, éstos aprendices de eficiencia política colman de atenciones a las AAVV o amiguetes de partido y afiliación como hemos evidenciado mientras marginan e ignoran a las que no lo son o simplemente se dedica a luchar y defender a los vecinos sin apegos, algo que no nos perdonan en sus magistrales clases de democracia a imparcialidad”.
Concluyen con la esperanza que, “algún día solventen algo o arreglen dichos edificios públicos y de su responsabilidad antes de que se caigan a cachos u ocurra alguna desgracia, pues encima nos deniegan las subvenciones de mantenimiento o sostenimiento por simples errores burocráticos con mala fe para castigar al no acólito con requisitos malintencionados y politos en las ruedas en sus bases de concesión”.