China sigue siendo la fábrica de Occidente. Raro el objeto que no tiene Made in China serigrafiado en él. Pero construye algo más que productos para nosotros. Año tras año, durante los últimos seis, ha fabricado con diseño occidental los seis superordenadores más potentes del mundo. Y este año algo ha cambiado.
Este año China utilizó un diseño y una fabricación propias para ganar la “medalla de oro” al ordenador más rápido, el Sunway TaihuLight. Hito que ha logrado conseguir durante siete años consecutivos. Pero, ¿por qué los superordenadores son importantes? ¿Para qué se utilizan sus cálculos? ¿A qué se dedican sus procesadores?
¿Cómo funciona un superordenador?
Usemos el ejemplo del proyecto BOINC, cuya intención es la de obtener una capacidad de computación enorme utilizando ordenadores personales de todo el mundo. Al descargarlo, podremos elegir en qué proyecto queremos participar, y desde diversas universidades nos enviarán paquetes de datos a casa, que nuestro ordenador procesará.
Un ordenador, por sí solo, podría tardar milenios en descubrir la concentración ideal, por ejemplo, de un medicamento en su lucha contra el cáncer infantil, o en descubrir (quién sabe) indicios de vida en otros planetas. Sin embargo, millones de ordenadores podrían dar con la solución en una fracción de tiempo, enviando los datos computados a las universidades.
Un superordenador hace exactamente lo mismo: computa porciones previamente troceadas de un problema en sus miles o cientos de miles de procesadores. Y luego las une para dar una solución final a un problema, o una aproximación a la solución, además de indicar el mejor camino a seguir en la siguiente pregunta que le hagamos.
¿Para qué podemos usar un superordenador?
Un uso cotidiano de las supercomputadoras es la predicción meteorológica. Analizando billones de registros que implican décadas completas de temperatura, viento, o radiación solar, cada vez somos más capaces de determinar cómo será el tiempo de aquí a unos días. Lo que ayuda no solo a nivel particular, sino también a organizar las agendas de las empresas y países.
Uno de los usos más comunes de los superordenadores, tras la predicción del tiempo, es la simulación del cerebro. El ordenador Dawn se ha encargado de ello durante un tiempo. Ya en 2006 logró simular el 40% del cerebro de un ratón, y en 2007 el 100% del de una rata (mucho más complejo). En 2009 logró simular el 1% del cerebro humano, y siguen avanzando.
También se pueden usar a nivel industrial, como por ejemplo en la mejora de los fuselajes de los aviones. Dadas unas condiciones de carga y dimensiones de la cabina y espacio de los pasajeros, diseñado en función de la seguridad, un superordenador evalúa entre miles de configuraciones posibles para las alas, siendo posible ahorrar miles de litros de combustible por vuelo.
Contando con que las emisiones de gases más importantes de las ciudades vienen de sus aeropuertos, una reducción del rozamiento del avión en vuelo podría evitar muchas enfermedades respiratorias futuras. Y es que la aplicación de superprocesadores a un problema concreto puede llegar a solucionar con sinergias otros problemas relacionados.
La supercomputación podría resumirse como la modelización virtual de la vida real, y es aplicable prácticamente a todas las áreas de conocimiento, además de ayudar al avance de todas ellas.