Ni chicha, ni limoná
Pues ocurrió lo de siempre, el aburrimiento fue total, anodino, tedioso, un partido de fútbol digno de olvidar, a excepción de los 5 minutos de la prorroga, todo fue más de lo mismo.
El propio José Luis Oltra se daba por vencido al decir: “da lo mismo que juegue con 5 defensas, con tres o con cuatro, igual si refuerzo el medio centro, el resultado será igual...”
Las palabras de Oltra del CD Tenerife, son fiel reflejo del semblante del entrenador, entre la impotencia y el desanimo, parece como si nadie hiciera caso a sus instrucciones, o bien que no sabe trasmitir sus tácticas a los jugadores.
El encuentro contra el Albacete, un equipo mediocre y que no se merece el puesto que ocupa en la tabla clasificatoria de la liga 1 2 3, fue un despropósito que si se hubiera hecho a posta nunca habría salido mejor.
He dicho, en más de una ocasión, que no tengo capacidad de técnica futbolistica ninguna, pero el fútbol, como cualquier otro deporte es, más o menos, como el vino del país, o te gusta o no te gusta, lo curioso del caso es que cuando te gusta un buen vino tinto del norte de la isla, le gusta a todo el mundo cuando un partido se juega bien, pues eso, le gusta a todos.
No le pedimos al CD Tenerife un juego a la altura del Málaga, o incluso de la UD Las Palmas, ya no soñamos con los play off, ahora tenemos pesadillas soñando con el descenso a la 2ª B, tampoco pedimos un juego brillante, nos conformamos con aburrirnos en el Heliodoro Rodríguez López pero que lo hagamos ganando, aunque sea por un pirrico 1-0.
Estamos a empatados a puntos con el que forma la frontera de la linea roja, en realidad estamos en descenso técnico, solo nos separa el golaverage, nada más.
El próximo sábado nos enfrentaremos a otro “gallito” de la segunda. Llegaremos a Pamplona con el Osasuna en plena racha, ha ganado al Extremadura en su feudo, 2-3, los números del equipo pamplonica, con 19 puntos, con 5 partidos ganados, 4 empatados y 4 perdidos, 16 goles a favor y 14 en contra, no dejan lugar a dudas; el Osasuna irá por nosotros de entrada, con toda su artillería y a sabiendas que nuestro centro medular no tiene consistencia y nuestra defensa es de cristal.
El empate, gracias de nuevo a sendos paradones de Dani Hernández, nos sabe a caramelo envenenado, porque ha llegado el momento que empatar significa hundirse más en el foso de la cola de los patosos.
Ahora habrá que limpiar el vestuario para poder fichar a jugadores revulsivos, y si es Serrano el encargado de hacerlo, ¡¡que Dios nos acoja confesados!!
Joaquín Hernández, periodista
