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La imagen como verbo. Parte IV

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Hugo Fernández Robayna para LibreDiario@Digital /Cultura / Psicología


... No se nos pasará por alto, a poco que en ello nos detengamos, que, como explica la teoría de –si sólo queremos establecer dos niveles de consciencia- doble articulación de la percepción –especialmente la visual-, al evocar el nombre de un personaje, sentimiento, palabra, lo primero que nos viene a la mente son colores, formas, y luego llegan los términos, explicaciones, reflexiones… 


El lenguaje visual acude más intuitivo y directo y sirve de tablazón para construir el resto del discurso, si tal construcción se forma, es decir, si nuestra intención es discursiva en ese momento. Lo inconsciente y preconsciente llega antes, ya desde el mecanismo de evitación de peligros antes citado: estamos filogenética y ontogenéticamente programados para ello, uno más de nuestros pilotos automáticos, que a buen seguro salvan muchas vidas a diario y, al mismo tiempo, pueden impedir el desarrollo de nuestra conciencia a menos que abramos debates como los propuestos en estas líneas.



Constituyen, de hecho, tales ejercicios, vías válidas para nuestro desarrollo cognitivo-emocional. Como la diferencia entre ser receptor y ser creador de contenidos expresivos, artísticos. 


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En el espíritu de las teorías propuestas por Ruth Benedict y Margaret Mead, dentro de la llamada Antropología Culturalista, continuadoras de los postulados de Boas, podemos esbozar las características diferenciadoras de las diferentes sociedades por su producción cultural.


Centrando nuestra atención en la producción europea, mucho menor que la que proviene de Japón o EE.UU. -y por ello, más proclive a ser considerada ´de autor´/´de culto´- no es soslayable la relevancia, en su propuesta, de nuestros vecinos francófonos.


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Francia y Bélgica conforman la ´escuela clásica´ de ´les bandes dessinées´, la más influyente propuesta europea, a mi parecer. Los más conocidos, como Tintín, Los Pitufos, Astérix y Obélix -no así Murena y Cruzada, u otros más añejos como los de Giraud/Moebius, por ejemplo, que cuentan con un mayor preciosismo, realismo y detalle-, parecen dar más importancia a los colores vivos, llamativos, sin demasiadas tonalidades ni texturas -tampoco cuentan, en general, los comics europeos, que suelen conformarse con dos autores, con un gran equipo como los estadounidenses, especialmente los de gran tirada, que tienen un estudio sólo para hacer el color-, haciendo un empleo del primer plano, del ´plano general´, sin demasiadas perspectivas cinematográficas -picado, contrapicado, zoom, técnicas más ´dramáticas´, que parecen privilegiar más los géneros de acción y aventura-, supongo que para hacer la acción más directa y llamativa, en la vocación de estas publicaciones por atraer a públicos de todas las edades, pues antes el target de público no estaba tan definido, no había ni tantas series ni tantos autores. 


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No olvidemos que los tres ejemplos de clásicos que evocamos al principio tenían desde el principio la vocación de atraer a todos los públicos -la estética no realista en general para los tres casos, amable, de sus personajes y paisajes, muchas veces idílicos, y las escenas de acción, de pelea, para atraer a los más pequeños y las referencias a épocas más recientes o a períodos y hechos de Historia Antigua en Tintín y Astérix y Obélix, respectivamente, y los juegos de palabras de esa última serie, Álix también puede ser un ejemplo, o bien ejemplos italianos como Nathan Never o Dylan Dog, con claras influencias de ecos estadounidenses pero con un carácter propio, cuidado de los diálogos y realismo, como ocurrió con el spaghetti western. 


No olvidemos que, para los más pequeños, también se censuraban gentilmente las invectivas del Capitán Haddock, a la vez que se ofrecían documentadas referencias sobre tecnología para los más mayores en Tintín-. También es reseñable la economía de sombreado tanto de las figuras sobre el terreno como la falta de proyección de las mismas sobre éstas: las de ropas, parcas calidades en textiles... en las tres, llegando muchas veces a desaparecer en Tintín, cuyos personajes ni siquiera las proyectan en muchas de las ocasiones; supongo que el acento está, como decíamos en el color para resaltar personajes y marcos con la esperanza de generar dinamismo más allá de la simplicidad de la expresión de los mismos personajes: rapidez en la ejecución, comunicación con pocas líneas -una de las características más sobresalientes e identitarias de este arte industrial desde Yellow Boy y que podemos encontrar en Mafalda y en Calvin y Hobbes, que favorece su ejecución a la vez que sincretiza la expresión haciendo de cada postura, gesto, emoción, algo más icónico por descarnado en su forma-, aplanamiento y sencillez de las figuras -que Goscinny trata de compensar con la redondez de formas en su propuesta de personajes- lenguaje visual claro y directo para todos los públicos -los adultos no se quejan demasiado y atrae a nuevos y pequeños lectores, como esas películas de Pixar que hay que hacer disfrutables para todas las edades- : un apunte para reflexionar sobre la transmisión, intergeneracional y entre iguales, de cultura a través del lenguaje visual.


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Nos podríamos detener más en el estilo visual de cada autor, sus razones e ideas de ´fondo de armario´ que, como el lenguaje no verbal -según los estudiosos de la comunicación, la mayor parte del mensaje lo encontramos aquí- en la comunicación dialogada, expresan sutilmente o no tanto: Hergé -cuyo estilo visual no encuentro bien representado por Spielberg con su empleo de sombras y colores pastel ¡en tres dimensiones y sombras!- y la tan debatida manera de representar otras etnias -la exagerada uniformidad de los africanos, más allá de otros detalles, parece aludir a esa población de individuos tan indistinguibles como intercambiables que relata Ende en su obra más conocida-. 


Asimismo, podemos detenernos en la forma de representar el resto de naciones que desarrolla Goscinny: los godos como prusianos con sus cascos, los britanos consumiendo infusiones en ese tiempo, los hispanos con más pinta de mejicanos modernos, el aire de malnutridos de los romanos, especialmente de los legionarios, la exageración de los rasgos en personajes históricos como César, amén de introducir anacronismos en forma de personajes modernos, lo que contrasta, a favor de la comicidad frente a una tónica general de buena documentación histórica; también su simpatía o no por los personajes: Goscinny afirmaba en alguna entrevista que, cuanto más cercano se sentía a un personaje, más grande le dibujaba la nariz –es decir, más alejado de cánones clásicos privilegiados por producciones anglosajones… más cercanos e imperfectos estéticamente, cual parece ser el sello de producciones visuales europeas, también en el cine. ¿Parece desprenderse de estos casos cierto chauvinismo relacionado con la historia colonial francesa y belga? Otra invitación para la reflexión. 


Por último Los Pitufos, que con su estética desenfadada y sin mucho celo por conectar con la realidad, con ese aire idealizado -más allá de que, claro, han de dar una imagen amable para capturar la atención de los pequeños y no tan pequeños- de comunidad perfecta, con sólo un dirigente -no se hacen muchas o ninguna alusión a la familia en el plano textual, parecen casi todos de la misma edad, y ni siquiera tienen nombres propios, sólo motes como todo apelativo –depende de su temperamento –genética- o personalidad –dependiente del desarrollo-…lo que parece claro es que nos recuerda los nombre de indígenas americanos en tal atribución-; ¿lo de ´Papá´ es real o simbólico? ¿Tiene que ver su felicidad y tranquilidad con la baja población femenina?- y con sus personajes visualmente casi indistinguibles -por no entrar a valorar su indumentaria, estética original por otra parte- parecen ser una socarrona, eso sí, alusión a los comunistas/anarquistas de Bakunin y sus aldeas de barro o a las comunidades paleocristianas


La misma serie parece reflejar, tanto textual como visualmente -a través de su alegre colorido y la bonhomía inherente en las expresiones de los personajes principales-, con esta comunidad, la sociedad ideal imaginada por Peyo. Tanto que, para generar una mínima trama, ha de acudir, con aparente encono y deliberación, a enemigos/males externos o a la misma magia.




Hugo Fernández Robayna


hugo.fernandez.robayna@hotmail.es, tfno. 606 618 603

Hugo Fernández Robayna

Antropólogo Social y Cultural, Psicólogo Clínico y Educativo, Docente y estudiante de Geografía e Historia,

LinkedIn: https://www.linkedin.com/in/hugo-fern%C3%A1ndez-robayna-82152b51/



Continuará...


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