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La imagen como verbo. Parte I

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Hugo Fernández Robayna para LIBREDIARIO@DIGITAL / CULTURA / PSICOLOGÍA


A lo largo de las contribuciones del proyecto universitario ´Una mirada antropológica al mundo de la viñeta´, celebradas durante varios años en Las Palmas de Gran Canaria, por la UNED bajo la dirección del Dr. Daniel Becerra, hemos podido tratar esta expresión narrativa industrial desde distintas ópticas –ya desde su denominación como ´tebeo´, ´historieta´, ´comic´, ´comic-book´ o ´novela gráfica´, desde la memoria histórica local, el color como expresión, pasando por las posibilidades del medio como soporte educativo e incluso supuso una inmersión al género de terror y la Física Cuántica en el juego de la generación de superpoderes sin cerrar la puerta a aplicarla al tan recurrente campo del ´what if´, cada vez más relevante gracias a la propalación del manto cuántico. 


Constatamos, pues, cómo el mundo del Noveno Arte en particular, y el de la imagen en general, invitan a un infinito número de debates en torno a las más variadas esferas, empezando por las consideraciones de fondo y forma, significado y expresión. 


Esta misma reflexión que ofrecemos es una más de las oportunidades para ampliar significados a través de lo visual, a través del Arte, la Psicología, la Antropología y el Constructivismo.


Es mi intención centrar el foco en la importancia del lenguaje visual como comunicación, uno de los grandes temas, sin denostar el contenido del texto que tantas veces viene aparejado al mismo. Del mismo modo que un verbo es condición ´sine qua non´ de la frase, siendo variable necesaria y suficiente de la comunicación verbal, la imagen lo es del comic o tebeo, quien puede existir perfectamente sin el soporte de la palabra. Por añadidura, el medio visual tiene la gran ventaja de poder ser asimilado más allá de barreras culturales y temporales, y, como veremos, muchas veces, más allá de la plena consciencia. 


Sin pretender entrar en terrenos muy profundos de la Psicología Dinámica, podemos argüir que cuanto más detalle ofrezca un meme visual-cultural –más adelante abundaremos en el concepto-, más anclado está a su tiempo –más funcionalista de ese período y de esas circunstancias, y, en el terreno de los sueños, más ensombrecido- y cuanto más abstracto, mayor enraizamiento con el inconsciente colectivo, lo arquetípico, lo onírico, los resortes de un lenguaje más universal, algo con lo que comulgaría C.G. Jung en sus estudios e interpretaciones interculturales


De otro modo, centrándonos en personajes ya no sólo de comic, sino históricos, las modas y los accesorios cambian, pero el arquetipo de ´salvador´ -por poner únicamente un ejemplo- continúa enmarcando nuestros pensamientos y emociones. Un poderoso medio de expresión, que admite formas prácticamente ilimitadas y que nos sirve, además, para meditar, para acceder a nuestro niveles más íntimos, artísticos, espirituales –algo que afirmará cualquiera de sus usuarios-, es el mandala o mandalá, un referente insoslayable de las culturas relacionadas con el Hinduismo y Budismo pero fácil e intuitivamente incorporables a cualquier cultura. 


De hecho, podemos acercarnos a dicha representación desde la Historia, Psicología/Psicoanálisis –como test proyectivos-, desde el estudio artístico y/o antropológico… o como meros –que no es poco- generadores de conceptos sensoriales, como mayéutica de lo innominable, numinoso, tan generosa es su oferta: sus marcos, de doble orientación, parecen mirar hacia afuera y hacia adentro. Y el parecido, en la esfera arquetípica, ya es un gran valor. De la misma manera, no es osado considerar que los límites de dicha forma de expresión únicamente los establece su definición… y nuestra práctica, no tanto como pericia de ejecución sino de praxis. 


Desde un primer momento, se nos hace patente la repetición de símbolos y estructuras, combinaciones de colores, salvando las fronteras de culturas, naciones, períodos históricos –como los símbolos de referencia solar, por ejemplo-, algo que parece apuntalar firmemente la idea de recurrencia, onírica, pero también consciente, de los arquetipos junguianos: él mismo se consideraría deudor de una tradición de interpretación y expresión iconológica que podemos rastrear desde Pitágoras, Platón y Aristóteles –en el sentido de que forma y estructura son uno, en esa idea de que el símbolo, el arquetipo, tiene valor en sí mismo-, y aun antes, en la Prehistoria, desde el mismo arte rupestre. 


Nuestra hambre por representar/nos y por interpretar a nosotros y al prójimo es tan clara como la sed de escuchar y de ser escuchados. Y así más de una cosmología relacionará la intención con la existencia efectiva. Más adelante seguiremos abundando en las consideraciones acerca del valor de su mayor o menor abstracción.



Hugo Fernández Robayna 


hugo.fernandez.robayna@hotmail.es, tfno. 606 618 603 

Antropólogo Social y Cultural, Psicólogo Clínico y Educativo, Docente y estudiante de Geografía e Historia,  

LinkedIn: https://www.linkedin.com/in/hugo-fern%C3%A1ndez-robayna-82152b51/




Imagen: Óleo de Vicente Segrelles 




Continuará...

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