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Revisemos la Constitución

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LIBREDIARIO@DIGITAL / RED@TAMAIMOS / FERNANDO@BATISTA


Según la lógica de la Constitución española el referéndum catalán es anticonstitucional, pero sería injusto y sesgado valorar este plebiscito en términos constitucionales por la sencilla razón de que la Constitución española fue creada en una época y contexto diferente al de hoy. La Constitución dio paso a la democracia garantizando derechos y libertades pero no ofreció una solución sostenible a los diferentes nacionalismos históricos que ya existían en España. La Carta magna apostó por mantener la unidad de España a cualquier precio, desde la rigidez y el inmovilismo, y no hay actitud más castigada por la naturaleza que la resistencia al cambio, y eso parece estar ocurriendo en España hoy.


Hay que entender que aquella Constitución dio respuesta a una sociedad que salía de una dictadura fascista para adentrarse en una democracia moderna, pero al igual que la sociedad española y su élite política no tenían unos valores democráticos consolidados, su Constitución careció, al menos, de un imperativo que garantizase el derecho colectivo de los diferentes pueblos que la sostienen. En un país donde conviven y han convivido diferentes naciones, y especialmente cuando hay heridas aún abiertas y conflictos sin resolver, es necesario tener en cuenta los derechos colectivos y no solo los individuales. Por eso en España tiene mucho sentido hacer una Constitución que encaje con la realidad plurinacional del país y no una Constitución que la ignore. Aplicar la lógica de hacer una Constitución para un país y no lo contrario, hacer un país para una Constitución, sería lo más sensato.


Un Estado plurinacional, como lo es en realidad España, debe sostenerse en la voluntad de las naciones que lo conforman y debe cohesionarse a través del consenso y no bajo la rigidez de un imperativo tan incuestionable como indivisible. La flexibilidad es una virtud y el Derecho a la Autodeterminación es un derecho universal, inalienable e imprescriptible recogido en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos y requisito fundamental para ejercer los derechos individuales de forma efectiva. La Constitución española debería, armonizándose y derivando del Derecho Internacional, recogerlo y aplicarlo. Así daría cauce a la voluntad colectiva de sus pueblos, como una válvula de aire permite dejar salir la presión de una caldera para evitar su explosión. Las nacionalidades históricas dentro de la realidad política española, y Canarias es una de ellas, deberían tener derecho a hacer uso del mismo, garantizado por la Constitución y contemplado en su Estatuto de Autonomía. Un derecho que más que una amenaza a la unidad del país debería entenderse como una garantía de cohesión en torno a unos valores democráticos -los que están, están porque así lo han decidido desde el derecho y la libertad que los asiste a decidir su futuro como colectivo-. Este derecho fundamental daría no solo madurez y profundidad democrática a un país que necesita revisar sus valores sino la cohesión necesaria para mantenerlo unido. La España democrática tiene que avanzar y profundizar más en sus reglas democráticas y así lo debe reflejar su Constitución.


También hay otro dicho que dice: no hay peor sordo que el que no quiere oír, y eso es lo que hace el Gobierno español hoy. 


La sociedad catalana está pidiendo a gritos un referéndum. No solo las estadísticas lo muestran sino su parlamento también, además de la crisis histórica que se está viviendo. ¿Qué más voces necesitan para escuchar? ¿Voces ilegales? ¿Qué es el parlamento sino el máximo órgano de representación de un pueblo? El parlamento catalán aprobó el referéndum por mayoría absoluta. No cabe la menor duda de que esta decisión es más que legítima. Recordemos que el parlamento catalán se conformó a través de unas elecciones democráticas dentro del marco legal español.


España no es el único país del mundo que tiene problemas con los nacionalismos. Observen el caso de Reino Unido. Mismo problema, diferente solución. El Reino Unido, en 2014, celebró un referéndum en Escocia para dar respuesta a una de las demandas históricas de esta nación. El resultado fue que los escoceses decidieron seguir formando parte del Reino Unido quedando la sociedad británica cohesionada y vertebrada en torno a unos valores democráticos. Hoy nadie pone en duda que en Escocia sus ciudadanos ejercieron sus derechos colectivos e individuales de forma efectiva y democrática. Hoy nadie pone en duda que Reino Unido permanece unido porque así lo ha decidido desde la libertad.


Por lo tanto, ¿por qué no adaptar la Constitución a las necesidades de los colectivos que conforman este país? Hay millones de ciudadanos en España que están pidiendo respuestas y no se les puede ignorar. Por eso, la Constitución del 78 debe evolucionar y dar paso a la “Constitución del 2018”. Solo así los españoles podrán reconciliar a un país entero bajo una Carta que garantice sus derechos y libertades al mismo tiempo que armonice la convivencia pero siempre desde la voluntad colectiva de sus pueblos y nunca desde la coacción. La coacción no une; la coacción separa a los hombres.



Fernando Batista

Libre@Diario