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Empobrecer al vecino

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LIBREDIARIO@DIGITAL / EL INVERSOR DIARIO @


Algunos economistas lo analizan todo al revés. Piensan que, para que a una familia le vaya bien, a otra le tiene que ir mal. Que para que tú tengas más dinero, tu vecino tiene que ser más pobre. Como si la economía se tratara de un juego de suma cero.

Claro que no lo dicen así abiertamente. No quieren quedar en ridículo. Pero exactamente esto es lo que plantean cuando hablan de los beneficios de la devaluación de la moneda.

Si la moneda se devalúa, exportaremos más e importaremos menos. O sea, nuestros vecinos pierden porque no podrán vendernos tantos bienes como antes. Pero nosotros ganamos porque estimulamos el "mercado interno".

Como Jim Rickards explica en su columna de hoy, la política de "empobrecer al vecino" es la política de empobrecernos a todos, y puede terminar en la peor depresión de la historia.


Trump va a declarar la Guerra de Divisas 


Hace seis años escribí en mi primer libro, Guerras de Divisas, que no había nada que sugiriera que las guerras de divisas acabarían pronto. Hoy esas palabras son más ciertas que nunca.


Una guerra de divisas es una como cualquier batalla. La diferencia es que es principalmente económica. Es sobre política económica. La idea básica es que los países quieren abaratar su divisa. Ellos dicen que quieren abaratarla para promover exportaciones. Sostienen que podrán hacer que el Boeing sea más competitivo contra el Airbus.


Pero la razón real, la que no se comenta, es que los países quieren importar inflación. Tengamos en cuenta el ejemplo de Estados Unidos. Tiene un déficit comercial, no un superávit. Si el dólar está más barato, podría hacer más atractivas las exportaciones.


Aumentará el precio de los bienes comprados— manufacturados, textiles, electrónicos, etc. — y esa inflación luego se alimenta de la cadena de suministros en Estados Unidos. Entonces las guerras de divisas son una forma de crear flexibilización monetaria e importar inflación.


¿Cuántas veces has escuchado a la Fed decir que quieren una inflación del 2%? Lo analizan una y otra vez. Están desesperados por llegar ahí.


El problema es que cuando un país trata de abaratar su divisa, otro país abarata la suya y así causan una carrera hasta el fondo.


Las guerras de divisas son como guerras reales en muchas formas. Pueden durar más tiempo de lo que los combatientes esperan y tienen victorias y pérdidas inesperadas. Las guerras reales no implican pelear todo el tiempo. Hay períodos de quietud interrumpidos por grandes batallas, seguidas por nuevos períodos de quietud mientras los grupos descansan y se reagrupan.


Hay puntos de inflexión críticos donde la tendencia direccional a largo plazo está establecida para revertirse. Los ganadores de hoy (las monedas fuertes) se convierten en perdedores (las monedas débiles), contrariamente a la mayoría de las expectativas y pronósticos de Wall Street. Hoy podríamos estar en uno de esos puntos de inflexión que exploraremos en un momento. Primero veamos cómo llegamos ahí.


Las guerras de divisas de principios de los 30' son potencialmente instructivas para lo que podríamos experimentar hoy. El Reino Unido devaluó la libra en 1931. Poco después Estados Unidos devaluó el dólar. Luego Francia, que había devaluado el franco en los 20', y el Reino Unido de nuevo en 1936.


Así, hubo un largo período de devaluaciones sucesivas y las llamadas políticas de "empobrecer al vecino".


El resultado fue una de las peores depresiones de la historia. Se disparó el desempleo y colapsó la producción industrial, lo que creó un largo período de crecimiento negativo o muy débil. Esta guerra de divisas no fue resuelta hasta la Segunda Guerra Mundial y finalmente paró en la conferencia de Bretton Woods. Ahí se instauró un nuevo patrón monetario.


La siguiente guerra de divisas fue entre 1967 y 1987. El evento seminal en el medio de esta guerra fue Nixon sacando a Estados Unidos (y después al mundo) del patrón oro el 15 de agosto de 1971. Hizo esto para crear trabajos y promover exportaciones para ayudar a la economía estadounidense. ¿Pero qué sucedió en cambio?


Tres recesiones. Una en 1974, otra en 1979 y una más en 1980.


El mercado de acciones colapsó en 1974. El desempleo se disparó, la inflación se salió de control entre 1977 y 1981 (la inflación estadounidense en ese período de cinco años fue del 50%) y el valor del dólar se recortó por la mitad.


La lección de las guerras de divisas es que no producen los resultados que se esperan. Lo que suelen producir es extrema deflación, extrema inflación, recesión, depresión o catástrofe económica.


Pero les atrae a los políticos porque pueden decir "oye, es bueno tener un dólar barato porque promovemos trabajos". Pero en realidad no lo hace, solo promueve la inflación.


Es mejor tener una moneda fuerte que atraiga capital de fuera. La gente quiere invertir en un área de moneda fuerte y son esa inversión y esos flujos de capital los que crean empleo. Como siempre, los políticos y banqueros centrales están equivocados. No me escuchan ni leen mis newsletters.


El período entre 1985 y 2010 fue la era de lo que llamamos la política "el rey dólar" o "el dólar fuerte". Fue un período de mucho crecimiento, muy buena estabilidad de precios y buena evolución económica en el mundo.


Estados Unidos acordó mantener el poder de compra del dólar y los socios comerciales podían atar sus monedas al dólar o planear sus economías alrededor de alguna paridad con el dólar. Eso resultó en un sistema generalmente estable. Funcionó hasta 2010, cuando Estados Unidos rompió el acuerdo y básicamente declaró otra guerra de divisas para impulsar las exportaciones estadounidenses.


Las guerras de divisas han estado funcionando desde entonces con intensidades variadas. Pero con la elección de Trump, parece que habrá una nueva batalla importante.


Hoy las guerras de divisas han llevado a Estados Unidos al precipicio de una guerra comercial. El presidente Trump y varios de sus asesores recientemente se han quejado de que no solo China es un manipulador de divisa, sino también Japón y Alemania. Parece que Estados Unidos está cansado de la fase del "rey dólar" y quiere abaratar la moneda.


¿Pero cómo puede la administración hacer esto?


La Fed no bajará los tipos porque está en un ciclo de ajuste. China está tratando de apoyar al yuan, pero se queda sin reservas para hacerlo y tendrá que devaluar antes de quebrar. A Alemania tal vez le guste un euro más fuerte para luchar contra la inflación, pero la decisión no depende solo de ellos — depende del Banco Central Europeo y éste está todavía con la flexibilización cuantitativa.


Japón no puede costearse un yen más fuerte porque tienen el ratio más alto de deuda-PIB que cualquier otra economía importante y se desesperan por conseguir inflación. Japón necesita inflación para bajar el valor real de esa deuda.


Si China, Alemana y Japón no le pueden dar a Trump lo que quiere en los mercados de divisas, ¿qué opciones tiene Estados Unidos?


La opción principal es imponer tarifas aduaneras, lo que Nixon hizo el 15 de agosto de 1971.


Tal vez recuerdes esa fecha como el día en que Nixon acabó con la convertibilidad de dólares por oro. Pero también impuso una tarifa del 10% global en todos los bienes importados como parte de su nuevo plan económico. Nixon combinó las guerras de divisas y comerciales en una sola, al imponer tarifas y acaparar el oro.


Históricamente las guerras de divisas llevan a guerras comerciales y a alguna forma de colapso sistémico. Eso parece estar ocurriendo de nuevo.


Atentamente,


Jim Rickards

Libre@Diario