Por Antonio Murillo / Politólogo
Desde el 2011, con la mayoría absoluta de Rajoy, hasta hoy, ha habido un traspaso de la protesta en la calle al apoyo en las instituciones debido a nuevas fuerzas políticas que oxigenaron la vida pública en los parlamentos. El problema es que tanto en la calle como en las nuevas opciones políticas, el sujeto central sigue estando en minoría: la juventud española.
Si analizamos las encuestas sobre participación en protestas o en las huelgas del primer año del PP en el Gobierno -y sus ya conocidas medidas de recorte del gasto público y la reforma laboral que hizo estallar la temporalidad en nuestro mercado laboral-, vemos que fueron los menores de 30 años los principales propulsores, como puede verse en el siguiente gráfico.
Las diferencias, todo hay que decirlo, no superan los 10 puntos porcentuales, y si revisamos los sondeos sobre el apoyo al 15M, veríamos que la protesta social fue mucho más transversal (también entre generaciones) de lo que lo es hoy en términos políticos.
Desde el 2011 hemos tenido cuatro elecciones de carácter estatal que nos ayudan a reflejar la fragmentación política con la incorporación de nuevas agrupaciones. Los resultados son bien sabidos, por lo que no hace falta centrarse en éstos. Es sintomático, sin embargo, cómo ha evolucionado el voto joven respecto al de sus mayores. Veamos primero el voto ‘recordado’ del CIS tras las citas electorales en los mayores de 30 años:
Podemos comprobar como votar a la derecha es casi un tema tabú o, como poco, políticamente incorrecto: En 2011 el PP tuvo una mayoría absoluta, y sin embargo en su recuerdo se impone el PSOE. Los datos de ocultación del voto son altos. Sea como fuere, vemos que los resultados electorales en el tiempo se asemejan más con los que finalmente tuvimos: El PP mayoría simple, seguido del PSOE y Podemos, con un Ciudadanos más distanciado.
Vayamos ahora al voto joven en estos años:
La gráfica no es ni parecida: desde el surgimiento de Podemos en 2011, ha sido la primera fuerza en menores de 30, creciendo hasta sumar lo mismo que el PP, PSOE y Ciudadanos juntos. La diferencia es, como vemos, brutal. Pero hay varios elementos interesantes a tener en cuenta.
Por un lado, es significativo que el PSOE en las últimas elecciones caiga en voto joven frente al PP, el partido que más ha bajado electoralmente desde su victoria en el 2011 entre la juventud. Es muestra de la incapacidad de ambos de atraer a las nuevas generaciones. Se entiende así, mucho más claro, que ambos se opongan a que se modifique el censo electoral y dejar paso a los mayores de 16 años: son votos en su contra.
Por otro lado, el ‘Podemos de derechas’, Ciudadanos, que surgió como una alternativa del PP sin estar en los banquillos, está igualmente a años luz de Podemos. Si bien es cierto que en 2015 parece imponerse ligeramente al PP y al PSOE, en las elecciones del 2016 pasó a ser cuarta fuerza. ¿Por qué será, Albert?
Las elecciones las siguen ganando los mayores de 45 años, síntoma de una sociedad envejecida. La juventud, que se acerca a los niveles de participación en los diferentes comicios que a la media total española, no es suficiente para ser la masa electoral de un cambio político. El continuismo de los más mayores, más crudo en las zonas rurales, tiene la voz y, en este caso, también el voto.
Antonio Murillo. Politólogo.