LIBRE DIARIO @ DIGITAL / ECONOMÍA
El 27 de julio de 2007 era un día flamante. El sol brillaba y la economía del país vivía un boom sin igual al calor de la construcción de viviendas y obras públicas.
Una de las mayores obras públicas de entonces en la Comunidad de Madrid fue la construcción de las dos líneas de metro ligero que conectaban Boadilla del Monte y el barrio de Aravaca al Oeste de la capital con la red principal de metro.
Desde su puesta en funcionamiento en julio de 2007, las líneas de metro ligero les han costado a los contribuyentes 764 millones de euros, frente a unos ingresos de tan solo 13 millones. Una ruina total, pero no para las empresas concesionarias que reciben 300 millones de euros por hacerse cargo de la explotación de las líneas de metro ligero.
La principal empresa dentro del consorcio que se ha hecho cargo de la concesión es OHL, una empresa que ha acaparado mucha atención mediática en el marco de los casos de corrupción que salpican a la gestión de Esperanza Aguirre como presidenta de la Comunidad de Madrid.
Según la investigación, OHL podría haber correspondido a las concesiones de construcción y gestión de obra pública con aportaciones ilegales al Partido Popular de Madrid. Pero este no es el mayor problema de OHL en la actualidad.
El elevado endeudamiento de la constructora presidida por Juan Miguel Villar Mir y las dudas sobre la solvencia de la compañía han hundido la cotización de sus acciones, algo que han aprovechado algunos de los fondos especuladores más importantes del mundo para ganar millones de euros posicionándose bajistas en la compañía.
Si se fija en el siguiente gráfico, las acciones de OHL han caído en los últimos 24 meses un 91 por ciento, desde 25 euros a los actuales 2,3 euros por acción.

Pero OHL no ha sido la única gran constructora en caer en nuestro país desde el estallido de la crisis de 2008.
Si exceptuamos a Ferrovial, las 4 grandes constructoras que lideraban el sector en España antes del estallido de la crisis han perdido desde enero de 2007 casi todo su valor en bolsa. Desde entonces, Sacyr ha perdido un 96 por ciento de su valor, FCC un 90 por ciento, OHL un 89 por ciento y Martinsa Fadesa quebró y fue finalmente disuelta el año pasado.
Lo que el reciente descalabro en bolsa en OHL nos demuestra es que, a pesar de que algunas de las principales constructoras del país pueden parecer cotizar a precios atractivos, incorporar este tipo de inversiones en nuestra cartera de inversión supone un riesgo excesivo.
El fuerte apetito por la deuda de este sector, unido a la incertidumbre tanto política como económica que planea sobre nuestro país, hace del sector de la construcción una potencial bomba de relojería para nuestros ahorros.
Alberto Redondo