“Voy a explicarle algo. [El Sistema] está diseñado contra la posibilidad de un accidente. Todo elemento susceptible de algún fallo se ha tomado en consideración. Tenemos un control de calidad (...) en el que cada componente es sometido a prueba, una y otra y otra vez... Cada soldadura es radiografiada.
Absolutamente todo es controlado, comprobado y estudiado sin excepción (…). Hay sistemas de seguridad para controlar los sistemas de seguridad. [No hay posibilidad de un error semejante] ¿Y sabe por qué? Porque el sistema funciona”. Es la respuesta que un ingeniero, magistralmente interpretado por Jack Lemmon, le da a la periodista Jane Fonda en la película "El Síndrome de China" respecto a un posible accidente en la Central Nuclear de la que él es responsable. No hay accidente si el sistema funciona.
Y es que basta con cruzar los Pirineos para comprobar que un tren de alta velocidad constituye, como refiere la película, un sistema integral que va desde el diseño de las vías a unos protocolos y sistemas de seguridad que controlan el convoy en todo momento, activándose automáticamente "más allá de la actuación del conductor", o si se quiere, cuando el factor humano entra en juego.
Por qué los sistemas de seguridad que dieron pie a esta tragedia no estaban implantados en su integridad (como trascendió en su momento) y quién consintió que así fuera, son, por tanto, dos de las preguntas que según la Agencia, deben aún responderse. Por aquel entonces, la prensa no pareció centrar su atención en la responsabilidadde una administración que presenta ante sus ciudadanos un sistema integral que no existe, sino en el fatal error de un asalariado; el maquinista. Portada, por cierto, de muchos de los medios de comunicación en detrimento de la del Ministro de Fomento de turno.