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¿c ́est cher la femme?

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EL BAR DE PEPE


Mujertrabajadora




Es curioso el tema sempiterno de la “mujer” (entre comillas) que no acaba de equipararse en el aspecto laboral al hombre.

Hoy en día las mujeres, muchísimo más preparadas en todos los sentidos que los hombres, tienen menos ventajas laborales que los varones.

El tema no se entiende muy bien pero en igualdad de condiciones el hombre está mejor pagado e incluso valorado en las empresas que la mujer. Yo opino todo lo contrario, mis mejores colaboradores siempre han sido del sexo femenino, la mayor responsabilidad y el trabajo mejor realizado la he conseguido de las mujeres que han trabajado a mi lado.

Quizás sea porque en el asunto del laboro no he distinguido entre unos y otras y sólo me he guiado por la efectividad y la productividad.

El racismo que se emplea con la mujer trabajadora, con el mismo trabajo y responsabilidad que el hombre, con menos salario y con más obligaciones, se me antoja como mínimo esperpéntico. Los partidos de izquierda, o seudo izquierda no han resuelto el problema de la igualdad por mucho que nos hablen de la paridad de oportunidades.

Mientras se daba luz verde a la unión del matrimonio Gay, la mujer sigue en las Antípodas de conseguir las mismas condiciones laborales que los hombres. Las reformas del impresentable, mediocre y descerebrado presidente Rajoy, no solo han ido dirigidas al conjunto de la población laboral restandoles derechos fundamentales, además han significado una mayor discriminación hacia la mujer española.

La brecha salarial entre hombres y mujeres alcanza casi el 29%, según los últimos datos disponibles, correspondientes a 2018, lo que supone que una mujer tiene que trabajar 94 días más al año para ganar lo mismo que un hombre.

La mujer, tan dada a defender su libertad ante el aborto y sexo, no ha sido capaz de alzarse en “armas” en contra de éstas políticas racistas que parecen pasan desapercibidas por el hecho de la necesidad apremiante de un trabajo sea el que sea y de la forma que sea, aun atada a una cadena y por una mísera cantidad se esclaviza en el siglo XXI.

Lo peor de todo es que muchas mujeres, además de soportar ese tipo de indignidad laboral, aguantan de sus jefes inmediatos el acoso sexual correspondiente, y no me refiero al hecho en sí, me refiero a las insinuaciones, toqueteo y roces a las que están sometidas a menos que denuncien el “tema” y acaben de patitas en la calle y además acusándolas de “calienta braguetas”.

¿No será todo este asunto de la discriminación por el retraso que tuvo la Iglesia Católica, Apostólica y Romana en reconocer, en el Concilio de Trento allá por el siglo XVI, que las mujeres, al igual que los hombres, también tenían alma?


Por Joaquin Hernández

Libre@Diario