Cuando tropiezas con personas más ambiciosas que escrupulosas, rápidamente piensas: ¿Qué oscuros intereses ocultan? Vaya usted a saber… Si encima ocupan cargos públicos, apaga la vela Manuela…
No es fácil hacer de tu vida, un engaño permanente. Más pronto que tarde, te van a descubrir.
No puedes enarbolar la bandera como defensor del “Medio Ambiente y el territorio” y de repente, descubrir que todo era un engaño.
Bueno, en realidad esos cambios pueden sorprender a quienes no conocen a estos personajes. En realidad, se muestran como lo que han sido siempre, unos inmorales tapados. Eso sí, lo disimulan muy bien.
Hace algunas décadas, recuerdo que tuve que abandonar una reunión a la que fui invitado. Allí, se estaban tratando temas con calado político que afectaban al futuro de Tenerife (Su Ordenación Territorial). Y sí, volví a meter la pata como es costumbre en mí.
Hasta ahí, todo correcto. Todo cambió, cuando le dije a cierto personajillo, lo rápido que se había acostumbrado al coche oficial y a la secretaria. ¡Muchacho! Aquellas palabras causaron un gran revuelo.
Claro, algunos vasallos estómagos agradecidos con oreja de periscopio, consideraron mis palabras ofensivas para su Sr…
Al final, opté por abandonar la reunión por lo tensa que se puso. He de decir que el inmoral en cuestión, desempeñaba en aquellos momentos un cargo relevante en una institución. Que por cierto, dicho cargo estaba relacionado con “el medioambiente y el territorio”
Para ser sincero, tengo que decir que nadie me invitó a que me fuera. Pero en fin, como siempre digo: los abraza farolas, pega carteles y estómagos agradecidos, que eran muchos en aquella reunión, a partir de mis desafortunadas palabras, dejaron de saludarme. Es lo que tiene meterse con “El Sr. del Santo Poder”. De verdad, sentí pena por aquellos pobres y míseros escuderos.
Sin querer apartarme de la idea principal de hoy, han sido las declaraciones de un ex Consejero del Cabildo de Tenerife, las que me recordaron aquél estúpido incidente.
Pues bien, el ex del Cabildo, apuntaba de cómo se debían de hacer las cosas con Los Barrancos de Güímar. Declaraciones que como hemos podido comprobar, han causado mucho malestar entre los vecinos de Güímar.
En parte tengo que darle la razón a este Sr., coincido con él cuando dice que si las cosas se hubieran hecho de otra manera, es muy probable que en la actualidad, se hubiera podido estar extrayendo áridos de esos Barrancos.
Sus declaraciones que descolocaron a más de uno, incluso, de su misma formación política. Viendo la consideración que han tenido con nuestro municipio, me hubiera esperado cualquier cosa.
Refiriéndonos a todo el proceso del expediente de “la extracción de áridos”, es muy posible que algunos llegaran a pensar que dicho procedimiento se iba a eternizar y dejar que prescribiera. A los hechos me remito.
Como ocurre casi siempre con los mediocres oportunistas, una vez encausado el proceso judicialmente, no faltaron los que quisieron apuntarse el tanto como defensores la causa en cuestión. ¡Vivir para ver! Esto es tema para otra reflexión.
Pues eso, vemos como con una pasividad extraordinaria han estado atentando contra el medioambiente y la integridad territorial, cuando responsables políticos miraban para otro lado. Eso sí, vimos como en casi todas las fotografías, aparecían con caras de preocupación, manda…
Por tanto, ¿que podemos esperar de eso que sólo han estado ligados a nuestro pueblo en actos festivos y en determinadas verbenas?
Aun así, podemos comprobar cómo les seguimos riendo las gracias, poniéndoles el mejor mantel cada vez que nos visitan. ¡Ojo!, eso demuestra de la extraordinaria generosidad de las buenas gentes de Güímar.
Eso sí, cuando nos han visitado, sólo han dejado muchas y bonitas promesas con muy pocas soluciones.
Y mi pregunta es: ¿Son culpables esos dirigentes que solemos ver cada cierto tiempo por nuestro municipio, o nuestro pueblo por su resignación?
Mientras tanto aquí, rompiéndonos las vestiduras entre nosotros. ¿Será que irán a celebrarse “Elecciones”?
Sin querer polemizar, así lo veo y así lo expreso. Disculpen mi torpeza.
Francisco Toledo Martín.