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Basura periodística

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LIBREDIARIO@DIGITAL / OPINIÓN / EDITORIAL


EL BAR DE PEPE

BASURA PERIODITICA


Ya lo dijo el maestro Balbín: “el 75% de los periodistas son unos pringaos y el otro 25% unos muertos de hambre”.


El periodismo, por lo menos en España, cada día está más degradado. Escuchar los programas de la radio y televisiones españolas, incluida la cadena pública es nauseabunda. Manipulan información a sabiendas que son bulos inventados para servir de cortina de humo y así soslayar informaciones de verdadera importancia e interés nacional.


Las llamadas “líneas editoriales” obedecen al criterio de los dueños del cotarro, o sea, al mismo tiempo, ese criterio, depende de la pasta gansa de aquellos que quieran comprar el citado “criterio”. Dicho de otra manera, el criterio no es el criterio de la “línea editorial” es el criterio del partido político, empresa o personaje, que más dinero ponga encima de la mesa del consejo de administración del medio de comunicación. Todo lo demás son mentiras cochinas y rollos macabeos.


El tema, de engañar a la opinión pública, tiene su intríngulis, no es tan fácil, sobre todo requiere buscar un sopla pollas muerto de hambre, que con el titulo de “licenciado” periodista, tenga los suficientes higadillos, y los huevos de codorniz, para aceptar pringarse hasta el cuello de mierda periodística, pero una vez localizado el zoquete de turno, la cosa es más sencilla.


Entonces es cuando la “línea editorial”, se traduce en “línea roja” que jamás habrá que cruzar, salvo que se ponga en marcha la “guillotina de papel” y le corte los cojones al director y al segundo y tercero.


Los que aun no tienen “subvencionada” su “línea editorial” lo tienen más crudo, en cuanto a que trabajan freelance, o sea por cuenta de otro u otros, esporádicamente.


Al igual que el articulista, también llamado “negro betún pringao hasta los dientes” (un complot denominado “dale caña hasta que te suelte el sobre”) las editoriales utilizan a esta clase de plumillas para sacar su beneficio añadido. La cuestión para el afectado se circunscribe en que, una vez pagado el canon por la omertá, por el silencio tácito de la denuncia, no vuelva aparecer su nombre, su empresa, su negocio ni siquiera en las gacetillas del periódico, en la cuña de la radio y lo borren de la parrilla televisiva.


La teoría de la conspiración informativa es tan antigua como Mercurius Gallobelgicus. Basta con atacar, sistemáticamente, al objetivo sin piedad, utilizando la máxima expresión del periodismo basura: “que la verdad no te deje dar la noticia”, que quiere decir; “lanza el bulo y que se joda”, porque de lo que se trata no es de contrastar la veracidad de tu noticia, se trata de injuriar por injuriar que, aunque sea mentira, algo quedará manchando al presunto delincuente.


El problema, querido lector o lectora, es lo barato que resulta preparar un montaje en contra quien o cual personaje, sociedad, político, etc. se quiere poner en marcha el ventilador de la mierda.


Llegado el momento de presentar la demanda formal por injurias y calumnias, honor, etc. y muchas etc., en el mejor de los casos, el juicio tardará unos 5 años en dictar sentencia, y teniendo en cuenta la cuantía de la sanción económica del delito, resulta un “negocio” redondo.


Algunas cadenas de tv y radio, consideran más rentable esparcir mierda en sus programas “prime time” a pesar de la sentencia y posterior pago de costas e indemnizaciones.


Está clarísimo; si estamos 4 meses dando palos al personaje o empresa y acaparamos la audiencia en un porcentaje superior a la competencia, la publicidad se dispara en cuanto anunciantes y precio de la misma, les daré un ejemplo:


El caso del affaire, Barbara Rey y la famosa cuenta en Luxemburgo, 3 meses dando leña, en este caso a contando mentiras y bulos como jamás se había visto. Máxima audiencia, resultados económicos en publicidad superiores a la media. Seguramente, con las sanciones que tenga que abonar e incluso los gastos judiciales, el negocio del ventilador es un chollo para Mediaset.


La basura periodística es aun más cochina y marrana cuando juega con la vida de las personas, el caso de la refinería de petróleos de Tenerife, es la perfecta escuela del más canalla y vil ejemplo del silencio informativo, mientras la industria petrolera lanzaba emisiones de gases nocivos para la salud de más de 200 mil habitantes de la capital tinerfeña, los medios, todos los medios de comunicación social, los políticos, han callado como cómplices necesarios del daño medio ambiental a la población chicharrera.


Claro que aquel medio que alzará la “voz” en contra de la petrolera española, se podía dar por borrado de la lista de los “beneficiarios de la publicidad, o subvención de marketing de imagen”, creer en el periodismo, hoy por hoy, es un acto más que de fe, de gilipollas.



Joaquín Hernández es periodista y analista político



Libre@Diario