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Colapso en el Parque Nacional del Teide. Coches de alquiler y Quad invaden los accesos poniendo en riesgo el patrimonio natural de la isla

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SANTA CRUZ DE TENERIFE/ El pasado fin de semana volvió a repetirse una imagen ya habitual en Tenerife: el colapso de las carreteras de acceso al Parque Nacional del Teide. Decenas de miles de vehículos, en su mayoría coches de alquiler utilizados por turistas, abarrotaron los accesos al principal paraje natural del Archipiélago. Muchos de ellos, incapaces de encontrar aparcamiento en las zonas habilitadas, optaron por estacionar en los arcenes de la carretera para tomarse fotografías o disfrutar de las vistas desde los miradores, generando un caos circulatorio que se extiende durante horas.


La masificación no solo supone un problema de movilidad, sino que también afecta a la seguridad vial y a la conservación del entorno. Conductores que dejan sus vehículos mal estacionados entorpecen el paso de guaguas, camiones y otros turismos, además de generar situaciones de riesgo en una carretera ya de por sí muy transitada. Los vecinos y colectivos ecologistas llevan tiempo advirtiendo de que el modelo actual de acceso al Teide es insostenible y pone en jaque la preservación de un espacio natural único.


Situación similar se vive en el Parque Rural de Anaga, también en Tenerife, donde las vías de acceso y los senderos se ven colapsados cada fin de semana. Los habitantes de la zona denuncian que la masificación turística ha convertido sus pueblos y caminos en espacios intransitables, dificultando la vida diaria de quienes residen allí. Senderos emblemáticos, que antes eran recorridos con tranquilidad, ahora se encuentran saturados de visitantes, lo que incrementa la erosión del terreno y amenaza el frágil ecosistema de la Reserva de la Biosfera.


La realidad de estos dos enclaves emblemáticos refleja un problema más amplio: la falta de planificación y de límites efectivos a la entrada de vehículos y visitantes en los espacios naturales de Tenerife. Mientras tanto, la llegada descontrolada de turistas continúa alimentando un modelo que, lejos de garantizar un desarrollo sostenible, compromete seriamente el futuro de los paisajes más icónicos de la isla.

Libre@Diario