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¿Dónde está la autocrítica de Podemos?

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Libre



Iglesias


Las elecciones andaluzas no han sido solamente un varapalo para Susana Díaz y el PSOE, también lo han sido para Adelante Andalucía, es decir para Podemos.


Pero parece que la autocrítica no surge de manera sesuda en las filas de los dirigentes, que no líderes por mucho que aleguen ser los mejores, de la formación morada. 


Los golpes de pecho de Iglesias diciendo que "tenemos que volver a las calles y recuperar al espíritu del 15-M, son tan falsos como una moneda de mil euros.  Ya no se lo creen ni ellos/as mismos/as. Apostaron por moderarse, por los sillones, por disolver las movilizaciones, por "hacer política institucional". Por otra parte, "El frente antifascista ya existe, desde hace mucho tiempo. Y Unidos Podemos no ha estado en él". -- dicen los propios analistas políticos críticos.


Refiriéndose al llamamiento de Pablo Iglesias a la creación de un "frente antifascista", el analista político conocido con el seudónimo de "El Lince" ha contestado al reclamo del Secretario General de Podemos con un artículo titulado "Una vez rojo, ciento amarillo". 


De él recupero aquellos párrafos que  parecen más destacados:


"Ayer me llamaron un par de, todavía, amigos de Unidos Podemos y me dijeron que había que unificar fuerzas contra el fascismo. Y les dije que no. Que no cuenten conmigo para ir con ellos a ninguna parte".


Lo dijo Karl Liebknecht hace cien años: "cuando estás en una trinchera con alguien de la derecha, lo primero que te tienes que hacer es una autocrítica". Ellos no la han hecho y dudo que la hagan por mucho que hoy todos, y todas, digan que la van a hacer. Al igual que no hay que ir con Lula por el simple hecho de que está encarcelado (olvidando todo lo que no hizo cuando era presidente, o lo que hizo de conciliar con el capitalismo), o con Correa porque su sucesor - elegido por él y continuador de su política a pasos agigantados - le esté casi dejando como bueno, tampoco hay que ir con ellos ni a la esquina.


Hay un dicho castellano, y yo lo soy, que es esclarecedor: "más vale ponerse una vez rojo que ciento amarillo". Es decir, más vale pasar ahora el mal trago de decir que no que echarse las manos a la cabeza por las constantes renuncias, una y otra vez, de esta gente. Las que han hecho y las que harán.


Su llamamiento de un frente antifascista llega tarde, muy tarde. Sus golpes de pecho diciendo que "tenemos que volver a las calles y recuperar al espíritu del 15-M" (sic) son tan falsos como una moneda de mil euros. Apostaron por moderarse, por los sillones, por disolver las movilizaciones, por "hacer política institucional" poniéndose sin dudar del lado de la reacción y del neofranquismo como fue el caso de Catalunya. Y de esos polvos vienen esos lodos.


Apostaron por Europa cuando Europa es un zombi. Se reunieron con el FMI y celebraron "desayunos de trabajo" en hoteles de lujo (como el Ritz madrileño) con la élite empresarial y bancaria para demostrar que no eran radicales, que eran buena gente, una "izquierda" moderada. Se compraron chalets de 600.000 euros y las bases apoyaron de buena gana a sus dirigentes en esta compra. Y de esos polvos vienen estos lodos.


El frente antifascista ya existe, desde hace mucho tiempo. Y Unidos Podemos no ha estado en él. Sumarse al carro ahora es tarde, muy tarde. Porque al igual que está pasando en Francia con "la revuelta de los palurdos", el descrédito de toda esta gente es de tal calibre que nada de lo que digan es creíble. ¿Van a salir de Europa? ¿De la OTAN, de esa OTAN que ampara abiertamente a los neonazis ucranianos o letones? ¿La Constitución? ¿La monarquía? El último escrito de Pablo Iglesias sobre la monarquía, un no pero sí, es para temblar. Si se suman a lo que ya hay, bien. Si lo hegemonizan, mal porque lo desvirtuarán. Eso es lo que planteé a mis, todavía, amigos de Unidos Podemos.


Por lo tanto, y hoy por hoy, no es no. Es mejor ponerse una vez rojo ahora que ciento amarillo después (otra vez y esto va por esos dos amigos, que lo asumieron).


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Más allá de la crítica de "El Lince", debo decir que creo que la cantidad de bits y pixeles destinados a explicar cómo hace la derecha para ampliar su caudal de votos y lograr que gran parte del pueblo trabajador apoye un gobierno conservador y corporativo han sido suficientes. La izquierda que no está en la calle, que pregona de manera separada, la izquierda intelectualoide, gandula, individualista, acomodada y aburguesada no sabe conquistar... ni puede. Dando paso con ello a "la Reconquista" de la ultraderecha. 


JR dixit@ 

Libre@Diario