EL BAR DE PEPE
EL PIB, EL IPC Y EL DEFICIT
Hasta hace unos años a los españoles la palabra “déficit público”, “pib” “ipc” nos sonaban a chino mandarín.
A propuesta primero del bisoño Rodriguez Zapatero y ahora con las clases magistrales del inepto Mariano Rajoy, lo sabemos todo y mucho más sobre esos vocablos difíciles de entender.
Ahora resulta que cuando no llegas a final de mes y el banco te pone en descubierto y con esos números que dicen son “rojos” (no sé por qué todo lo malo lo pintan color rojo, es curioso comprobar cómo funciona conjuntamente la derecha conservadora con el capitalismo rancio y carroñero para aplicar colores: azul celestial o rojo demoniaco) eso se llamaba “déficit”.
De manera que si yo o usted ganábamos 100 y el día 20 de cada mes estábamos “boca” y tenemos que tirar de crédito hasta cobrar la próxima nomina es claro que nuestra situación financiera no era otra que la banca rota.
Por lo tanto he llegado a la conclusión, después de escuchar atentamente las explicaciones de Don Mariano, que para solucionar el “déficit” tengo que aumentar el “pib” y controlar el “ipc”, o sea que para no quedarme “boca” el día 20 tengo que controlar el gasto en chorradas.
Por ejemplo, eliminaré las cenas de los viernes, ahorraré en gastos de energía, utilizaré menos mi coche, suprimiré las salidas de vacaciones en puentes largos, incluso compraré menos ropa, cambiaré de whisky JW negro por la cañita de cerveza, las tertulias en el Bar de Pepe, o sea todo lo “superfluo”.
Lo que no haré jamás será, por ejemplo, dejar de ir al dentista, pagar los medicamentos, quitar a mis hijos del colegio, dejar de pagar la electricidad, el gas o el suministro de agua, y aun menos dejar a mis padres sin suficiente atención a su dependencia.
Bien, pues es así de simple: Si se congelan las pensiones, se anulan los convenios colectivos de los trabajadores, se limita el gasto público rebajando prestaciones sociales, se suprime el crédito a las pequeñas y medianas empresas, si además aumentan los pecios de la alimentación, electricidad, agua y transporte, el efecto inmediato es que las familias no pueden gastar dinero en nada que no sea lo imprescindible y se corta la débil línea roja que separa el bienestar para entrar de lleno en la pobreza y en la miseria.
Controlar el déficit presupuestario en cualquier país es necesario e incluso conveniente, pero no se puede controlar el gasto público a costa de la gente, del pueblo común a base de subir los impuestos y recortar servicios sociales básicos, eso es, precisamente, lo que no se enteraba el imberbe Zapatero y ni s el mediocre de Rajoy.
No se puede decir al ciudadano que nos tenemos que acostumbrar a vivir con migajas y en la pobreza mientras se ayuda a un sistema financiero corrupto, dicho de otra forma; yo no puedo desviar ni un euro de mi dinero gastándolo en un casino jugando a la ruleta, mientras mi nevera está vacía y mis hijos pasan hambre porque sería un cínico, un hipócrita.
No se puede pensar en la convergencia con Europa si nos obligan a rebajar el déficit creado por la mala administración del Estado central, los 17 reinos de Taifas y la banca carroñera a costa de los más débiles, de los que menos tienen, del pueblo.
Solamente se podrá rebajar la deuda, única y forzosamente si se crea de nuevo la economía productiva, si se crean nuevas empresas, nuevas pymes, si el gobierno de Sánchez es capaz de darse cuenta que el sendero de la contención del gasto público sin generar riqueza es la política económica más absurda.
El aumento de los Presupuestos Generales del Estado, no es un antojo del gobierno, no es un asunto baladí, como tampoco lo es el aumento de las pensiones o el sueldo minimo. El dinero de los ciudadanos de a pie, no se ahorra, no se pude ahorrar desde la pobreza, ese dinero se gasta y contribuye a un mayor consumo, a una mayor riqueza, la rotación del dinero es lo que produce el crecimiento del I.P.C y también, al mismo tiempo del P.I.B., la política económica llevada a cabo por el anterior gobierno del partido popular, creó una bolsa de pobreza y de trabajo precario que tardaremos años en disminuir.
Pedro Sánchez y su gobierno tienen como prioridad absoluta y antes de las elecciones del 2020, la derogación de la reforma laboral creada por el gobierno de Rajoy, volviendo dar forma a unas nuevas leyes laborales que dignifiquen al trabajador y ponga fin al salario del miedo y al trafico de esclavos.
Joaquín Hernández, periodista y analista político