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La Dirección General de Tráfico (DGT) ha recaudado en multas, a través de sus radares fijos, durante este año 2017 y hasta finales de noviembre, más de 70 millones de euros. Es decir, más de 200 000 euros diarios. Una cantidad astronómica. Durante este año se han puesto casi dos millones de multas. De esta forma, cada conductor ha abonado de media 40,53 euros este año que se nos va. Es importante señalar que de esta cantidad están excluidos los cinemómetros móviles y los gestionados por otras entidades, como los de la M30, cuya recaudación es tramitada por el Ayuntamiento de Madrid y los radares de Cataluña y País Vasco que tienen trasferidas las competencias de Tráfico.
Aseguran desde la DGT que el objetivo de estos radares es reducir la siniestralidad y no tiene afán recaudatorio. No. No se rían. Nuestros mandamases ni siquiera se sonrojan cuando se mofan de nosotros. Por eso sitúan los radares en las rectas kilométricas de las autovías y no en las carreteras secundarias, donde se producen la mayoría de los accidentes con víctimas mortales. Y, como es lógico, la cifra de fallecidos aumenta año tras año. Para que se hagan una idea, en un año mueren en las carreteras españolas más personas que los asesinados durante todo el terrorismo de ETA. Por supuesto, siempre el culpable del accidente es el conductor o el vehículo. Jamás oirá que la vía estaba en un estado deplorable o que la señalización era vergonzosa. No me malinterprete. Nadie en su sano juicio quiere eliminar las sanciones de tráfico. Hay auténticos descerebrados con un volante en las manos.
Diego Gafo@