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¿Canario come canario?

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LIBREDIARIO@DIGITAL / OPINIÓN / EDITORIAL


EL BAR DE PEPE

¿CANARIO COME CANARIO?




No, no me refiero a comer productos canarios, no, no es eso. Tampoco me refiero al acto o la práctica de alimentarse con miembros de la propia especie. Los canarios no somos caníbales, de momento porque el día que se produzca un bloqueo en las islas (nuestra alimentación depende de un 80% de alimentos importados) sin lugar a dudas nos comeremos los unos a los otros, y viceversa.


¿El canario se come al canario?


Dicen que los canarios, generalmente, somos mediocres, especialmente los tinerfeños y muy especialmente los chicharreros. Yo niego la mayor, los canarios, todos los canarios, no somos más mediocres que la media nacional, lo que ocurre es que proporcionalmente los tinerfeños batimos récords históricos en cuanta a la mediocridad se refiere.


El amigo Paco Moreno, representante de futbolistas a nivel internacional, daba su opinión sobre el tema de los jugadores isleños, que ofrecidos al CD Tenerife, máximo equipo del fútbol isleño, los dejaba marchar sin ni siquiera echarles una ojeada sobre la calidad del jugador tinerfeño, de manera que salía del club y en una gran mayoría de los casos triunfaban en otro equipo de mayor categoría a nivel nacional o extranjero. Paco, se quejaba de la falta de calidad, de la mediocridad de los dirigentes del equipo representativo del fútbol de la isla en la liga profesional de la segunda división española. Y no le faltaba razón, lo malo es que no solo sucede a nivel deportivo.


La mediocridad es una normativa insular, un habito que se ha incrustado en la sociedad tinerfeña de una manera absurda pero eficazmente productiva. Me explicaré:


El hecho insular, la especificidad de las islas, la lejanía con el continente europeo, la falta de contactos con “los otros españoles” nos hizo aislarnos, aun más, de la capital de España. El canario, además de mirar al infinito, empezamos a mirarnos nuestro ombligo y así hemos continuado por los siglos de los siglos.


La palabra mediocre tiene dos acepciones en el diccionario de la Real Academia Española: 1. De Calidad media, y 2. De poco mérito, tirando a malo.


Porque algo puede tener una calidad media y estar muy lejos de tener poco mérito. Mediocre se puede usar ciertamente como un desprecio, así es como solemos usarlo, o como la acertada definición de una realidad.


La realidad es que los canarios, en general, los tinerfeños en particular y los chicharreros especialmente; somos mediocres de calidad media baja.


Pablo Rodríguez, un “godo” afincado en Tenerife, y un excelente restaurador de importantes negocios de la gastronomía isleña, comprendió perfectamente el estado zombi de la sociedad empresarial tinerfeña, y me decía: “Amigo Joaquín, en esta isla en la que vivimos estamos rodeado de agua y de mediocres que solo se miran el ombligo, y yo me aprovecho de ellos, en lugar de luchar en contra de sus fobias y filias, les vendo ideas, les hago ver que mis ideas son las suyas, y sus éxitos son mis éxitos”.


No le faltaba razón al amigo Pablo, la “cosa”, desgraciadamente, funciona así.


Canario no come canario, el canario es mediocre y mediocre es nuestro gobierno autónomo, nuestra sanidad, nuestra educación y cultura, nuestros empresarios, y así nos va.


Lo peor de todo es que el que se mueve no sale en la foto, el que destaca, si no coopera, si se rebela ante tanta estupidez supina, sabe que el ostracismo, el “destierro” a los ciudadanos que se consideran sospechosos o peligrosos para la ciudad está a la orden del día.


De hecho, y lo siento por el que me pueda leer, ahora mismo podría afirmar que conozco gente canaria muy buena en su trabajo, con una gran creatividad incluso, pero siguen sin ser geniales genios, por suerte para ellos, todos viven más allá del horizonte.


Los otros, callados, agazapados, vendiendo lo mejor que tienen a los de siempre, los mediocres, son los que sobreviven en este “paraíso” Atlántico. 



Joaquín Hernández, periodista y analista político



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